lunes, 15 de febrero de 2016

COLUMNA DE OPINIÓN

De víctimas, victimarios, y la estigmatización que impide avanzar a nuestra sociedad (Primera parte)


Por Rober Aurelio Nieto Álvarez
Comunicador Social Periodista

Desde hace poco más de un mes que vengo trabajando como Profesional Reintegrador con la Agencia Colombiana para la Reintegración -ACR- en el Punto Atención Bajo Cauca, he conocido a personas -hombres y mujeres- que pertenecieron a diversos grupos armados ilegales. Ellos mismos han reconocido que su pasado no es uno del cual puedan sentirse orgullosos, y hoy llevan a cuestas una pesadilla, tanto del horror de la guerra que vivieron como de la lucha actual, en el marco de la legalidad, por salir adelante a pesar de la estigmatización.

Muchos de ellos han vivido las dos cara de la guerra, primero han sido víctimas, y después victimarios. Algunos inicialmente fueron víctimas de desplazamiento y/o de reclutamiento forzado, incluso desde niños; otros vieron asesinados a algún ser querido, y después, entraron a un grupo contrario en su búsqueda por encontrar eco en su clamor por justicia; y cambiaron su rol, pasando de víctimas a victimarios.
Hoy, después de escuchar sus historias, de conocer de primera mano los esfuerzos que han estado haciendo durante varios años por reintegrarse a la vida civil, quisieran desprenderse de un oscuro pasado que los persigue, y que para algunos es una pesadilla de la cual no logran despertar.

Todos los que están en este proceso de reintegración están plenamente identificados por las autoridades competentes, quienes analizan uno a uno los casos para dictar un fallo acorde con las leyes, teniendo en cuenta su delito cometido, y demás factores atenuantes; sin embargo, si alguno de ellos vuelve a delinquir, pierde cualquier beneficio, y es sometido a la justicia con todo el rigor de la ley. Por otra parte, la ACR acompaña, de forma personalizada, a los que están el proceso en su recorrido, y les brinda las herramientas necesarias para que puedan alcanzar finalmente una vida como ciudadanos de bien.

Sin embargo, conversando con uno de ellos expresó: “No es fácil la vida que llevamos, pues se nos estigmatiza; creen que por ser lo que fuimos en el pasado somos gente indeseable”. Así es, muchos de ellos se ven obligados a ocultar sus antecedentes para sobrevivir. Basta con decir que son “desmovilizados” para que se les cierre la oportunidad de un empleo, o para ser tratados como si tuvieran una enfermedad mortal y sumamente contagiosa. Y hasta su misma integridad peligra de conocerse su pasado, pues siguen vivas en la región algunas estructuras al margen de la ley que tomarían represalias por considerarlos traidores y cobardes.

Me pregunto: ¿No hay derecho a cambiar, a corregir un proceder? ¿Por qué congelar la imagen de una persona por un pasado que ella misma reprocha, y que para nada es motivo de orgullo, y más se ha sometido al juicio por parte de las autoridades? ¿Por qué condenar a todos los desmovilizados por el actuar de algunos que decidieron seguir delinquiendo? ¿Pudiéramos tranquilamente cerrarle todas las puertas a una persona que quiere cambiar, pero después culparla si volviera a delinquir por no encontrar su lugar en la sociedad?

Hay que reconocer que este es un asunto complejo, que remueve dolores, y toca heridas emocionales que no han podido cicatrizar, pero que hay que llevarlo a la palestra pública; un tema que debe ser analizado por todos, desde el ciudadano de a pie (que muchas veces ha puesto los muertos) como por los docentes, líderes civiles, servidores públicos, y todos aquellos, que desean una sociedad que no viva enterrada en su pasado, sino que podamos salir adelante rompiendo con las pesadas cadenas de la violencia que se han convertido en un círculo vicioso en nuestra amada región, y país.

La estigmatización es un flagelo latente, que afecta tanto a víctimas como victimarios. La estigmatización impide que las comunidades avancen, pues se limita al señalamiento y condena de una persona por su pasado, sin darle la oportunidad de enmendar (de ser esto posible) sus errores y convertirse en una persona de bien.
Desde hace poco más de un mes he ido conociendo a personas que han sido marcadas por la guerra, que han vivido los horrores de la misma desde dos ángulos opuestos, pero que ahora intentan redactar una nueva historia para sí mismos, para los suyos, y quieren hacer su aporte en la construcción de paz.