Leiderman Ortíz Berrío, periodista amenazado, pero no amordazado en el Bajo Cauca
Por Fernanda Sánchez
Jaramillo
Periodista, Maestra en
Relaciones Internacionales y Trabajadora Comunitaria.
Al lado izquierdo de la foto, Andrés Villamizar, Director de la Unidad Nacional de Protección -UNP-, y Leiderman Ortíz Berrío. Foto: REGIÓN AL DÍA |
Leiderman Ortiz Berrío,
es periodista empírico, fundador del periódico La Verdad del Pueblo de Caucasia
(Antioquia). La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgó
medidas cautelares, el 20 de agosto de 2010, debido a los atentados en su
contra por sus denuncias contra bandas criminales.
De niño jamás imaginó
que trabajaría como periodista. Fue monaguillo de la parroquia de su sector y
quería ser sacerdote. En esa época jugaba a ser sacerdote y celebraba misas en
las que las galletas le servían como hostias para sus feligreses. Años más
tarde ingresó al seminario, pero se arrepintió y cambió de rumbo.
El padre de Leiderman
era tinterillo. La gente del pueblo lo buscaba como si fuera el notario y su
madre ha sido ama de casa toda la vida. Su padre, quien murió hace 15 años era
de Bello Antioquia y su madre, es de Caucasia.
Leiderman nació en
Caucasia y tiene tres hermanos que viven en diferentes partes del país, debido
a su situación de riesgo. Él es responsable de su madre y un sobrino. Terminó
su primaria en Caucasia, cursó parte de su bachillerato en Cáceres (Antioquia),
en un internado y en el seminario de misiones de Yarumal. Finalmente, se graduó
de bachiller en Medellín.
Cuando surgió la nueva
Universidad Virtual, en la Universidad Católica del Norte, empezó a estudiar
comunicación social y periodismo, pero interrumpió sus estudios porque su padre
murió y asumió la responsabilidad en su hogar.
Luego ingresó a
estudiar en Medellín, a donde viajaba cada ocho días, pero no siguió estudiando
porque era el único en esa carrera y cerraron el programa. Después intentó
entrar a la Universidad de Antioquia, que ofreció, programas en Caucasia pero
no pasó la prueba de admisión.
Pero el amor por esta
profesión probablemente lo heredó de su familia. Su tío era Mario Ortiz de la
Roche, columnista de El colombiano y unos primos terceros, Tobón de la Roche,
han sido dueños de Todelar. Sin embargo, él nunca tuvo contacto con ellos.
Jefe de prensa,
candidato político y dueño de periódico
De pequeño le gustaba
averiguar todo lo que ocurría en su pueblo. Recogía historias y se encerraba a
escribir en su cuarto aunque no las publicaba. Siendo mayor de edad presenció
una escena en una discoteca que lo motivó a tener su primera publicación.
El “show” que ofreció
el gerente de una prestigiosa empresa de Caucasia, inspiró el nacimiento de un
“periódico” – en formato de folleto- llamado El Criticón, nombre sugerido por
su padre, y así empezó esta aventura que hoy lo tiene en una de las zonas más
peligrosas para ejercer el periodismo, El Bajo cauca, y donde Luis Cervantes
[1] fue asesinado hace menos de un mes.
En 1996 fue jefe de
prensa de la alcaldía hasta 1997. En 1998 créo su actual periódico La Verdad
del Pueblo y en su primera edición destapó “una olla podrida”. Después dirigió
una emisora en Tarazá (Antioquia).
En 2001 fue nombrado
jefe de prensa de la alcaldía de Caucasia hasta el año 2009. Ese año renunció,
aspiró a la Alcaldía, pero no ganó aunque obtuvo una buena votación y continuó
con su periódico.
Convencido de que en
Colombia la libertad de expresión no existe y sabiendo que para publicar un
artículo debe pasar por varias manos, incluido el director para no afectar el
bolsillo del medio por cuenta de la publicidad, prefiere tener su medio de
comunicación.
“Nadie me regula mis
notas periodísticas y nadie me censura”, dice orgulloso Leiderman. Se dedicó al
periodismo comunitario porque como él dice: “en los municipios hay muchas
historias qué contar, pero a los grandes monopolios solo les interesa lo que de
rating y maquillar cada día la noticia”, agrega.
Dirige su periódico La
Verdad del Pueblo , vende la publicidad, busca las noticias, hace el machote
para pasarlo a la litografía, consiguió dos vendedores para el periódico, no
hay más porque les da miedo, y contrató una periodista, egresada recientemente
de la Universidad de Antioquia, quien corrige los textos.
Con esquema de
seguridad permanente
Leiderman vive como
muchos de sus colegas en el Bajo Cauca amenazado. Recientemente, enterró a su
amigo y colega Luis Cervantes quien fue asesinado en Tarazá (Antioquia) de
varios disparos mientras esperaba a su hijo a la salida del colegio.
A Leiderman le cambió
la vida en el año 2009. Ese año empezaron los intentos de homicidio, dos
atentados con granada en su casa, acciones que él atribuye a los Rastrojos y
los Urabeños, nuevos paramilitares, llamadas bandas criminales.
Algunos de los cambios
que ha vivido desde entonces son: vivir rodeado de tres escoltas y
transportarse en un carro blindado. Por esta razón, algunas personas lo llaman
“El Patrón”, “El duro” e incluso le han ofrecido “niñas” cuando llega a la
discoteca.
Otra situación que lo
ha afectado seriamente es la pérdida de su privacidad, los comentarios acerca
de su vida por lo cual algunos escoltas fueron cambiados. También siente
Leiderman un poco de desespero cuando termina labores temprano, tipo seis de la
tarde, y una hora después de estar en casa desea salir pero le da pena llamar a
los escoltas para sacar el carro y dar un paseo.
“Esta situación no ha
sido fácil para mí, cuando mis amigos, compañeros y algunos colegas se alejaron
de mí, por mis amenazas, me sentí muy solo. Sin embargo, esto me daba más
fuerza para continuar: yo era la vox pópuli de mi pueblo, otros rezaban por mí,
me apoyaban con mi trabajo pero no dejaba de sentirme solo encerrado por un
tiempo”, asegura Leiderman.
Todavía se presenta
esta situación pero con menor frecuencia aunque fue amenazado, nuevamente, en
el mes de abril y presuntamente habían ofrecido 5 millones de pesos por su
cabeza.
Por eso mantiene, los
tres escoltas, un chaleco antibalas, y la casa blindada. “La Región del Bajo
Cauca, es una zona bastante delicada en cuanto a grupos armados ilegales,
presencia de las FARC, ELN, anteriormente AUC, narcotráfico y ahora bandas
criminales”, explica Leiderman.
No falta quien se
ofenda cuando él expone a la luz pública “la verdad”. “En mi caso, yo considero
que soy único en la región, y en mi pueblo, que ha sacado muchas verdades sin
maquillar a en mi medio de comunicación”, añade.
Y para dejar clara su
posición respecto a la situación de hostilidad que enfrenta por atreverse a
denunciar sostiene enfáticamente: “Fernanda: ¿sabe cuál es el enemigo cruel del
periodista? No son las bacrines, ni la corrupción y mucho menos la guerrilla,
no! El cruel enemigo del periodista es: la Verdad. Si el periodista utiliza
esta palabra toda la vida tendrá enemigos”.
Hace menos de un mes
que Leiderman y otros colegas enterraron a Luis Cervantes, el 12 de agosto, y
aunque este hecho lo impactó pues era su amigo y colega dice que continuará en
Caucasia trabajando, a pesar que la situación de seguridad es delicada.
Leiderman piensa seguir
denunciado a las bandas criminales, a los corruptos y manejar sus temas
favoritos: grupos al margen de la ley, corrupción y temas de violación de
derechos humanos. “Lo hago por convicción y por vocación, más no por
profesión”, afirma con vehemencia.
A pesar de ser una
periodista empírico, con un bachillerato y algunos cursos de periodismo, Leiderman
está orgulloso por hacer algo tan complicado y delicado sin que le tiemble la
mano. Además se siente orgulloso por trabajar en medio de rumores en Caucasia
donde piensan que tener un esquema de seguridad es un lujo.
Por eso, antes de
finalizar la entrevista quiso aclarar que tener esquema de seguridad no es un
lujo: “el gobierno consigna 700 mil pesos para la gasolina del carro para un
mes, pero hay días que tengo que salir mucho y se me va en tres días (…) me
toca colocar plata de mi bolsillo o pedirle algunos amigos que me colaboren
para tanquear el carro. El gobierno manda 200 mil pesos para pagar peajes,
parqueadero y lavada del carro. Entonces este esquema que me asignó para mi
protección es para mí un problema económico. Hay días que tengo que hacer
rifas, para ayudarme económicamente o para salir de viaje cuando me invitan a
reuniones con el gobierno para los asuntos de derechos humanos. Pero eso no lo
ven los contradictores, en Caucasia la gente no se muere de cáncer si no de
envidia”, puntualizó Leiderman.
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